Hace mucho frio para que sea un 18 de julio. Hace tres años estaba a puro sol y del otro lado del mundo, preparando maquillajes, riendo, feliz. Tenia que ser el día mas emocionante de todas las aventuras. Estaba mi vestido colgado frente a mi, mientras yo en bata lo miraba sentada en el suelo. No existía un vestido mas lindo en el mundo ni que se lo pudiera igualar, era único y original, iba a ser la mujer mas destacada de la fiesta, no solo por el hermoso vestido, sino por el mas lindo de los acompañantes que se iba a convertir en mi marido.
Y ahí me quede, toda la mañana observando mi vestido, y pensaba lo lindo que seria si mi mamá me pudiera ver entrar con el, o que me ayudara a maquillarme, no es que mi suegra era mala, pero habría preferido que mi mamá este conmigo. Llegando el medio dia comenzó el revuelo, todo el mundo de lado a lado, que detalle de aquí, que detalle de acá, era un sufrimiento, cosas que se rompían, había que estar a las 6 en el mar. Tenia el casamiento mas soñado del mundo, a orillas del mediterráneo con un hermoso hombre que me amaba con locura, y no era feliz, sentía que me faltaba algo.
En la fiesta habían muchísimos invitados agradables, simpáticos y felices, menos yo, que al 95% de ellos ni los conocía, estar en otro país duele cuando sos la nueva.
Y así comenzó esa pesadilla. Hoy estamos en el mejor momento de nuestro matrimonio, llevamos dos años y medio sin vernos, y tres años cumplimos hoy de casados.